lunes, 14 de noviembre de 2011

El romanticismo del centro


Hoy quisiera hablaros de una sensación de placer y a la vez melancolía que me suele venir muy a menudo, sobretodo cuando paseo por el centro de la ciudad. Y es que el casco antiguo de las ciudades desprenden esa esencia añeja del buen vivir de antaño cuando todo lo tenias a mano y a un paseo de tu casa, dándole a todo un toque peculiar, característico e inconfundible de la ciudad en la que te encontrabas, en mi caso Elche.
Recuerdo los paseos por sus calles, con sus comercios de barrio llenos de vitalidad, con los dependientes de confianza de toda la vida que te asesoraban como nadie sobre lo que querias comprar, y con la cercanía que todo ello suponía. Pero no sólo eso, la ciudad en general irradiaba más vida, tiendas de ultramarinos, corseterias, mercerías, tiendas de menaje y hogar, videoclubs, tiendas 24 horas, kioskos grandisimos, panaderías con pan y bollería casera, recreativos y cines por toda la ciudad, tascas abiertas hasta altas horas, discotecas o pubs en los barrios, bares de tapeo genuinos con productos típicos (cepelines, caracoles, pajaritos fritos,etc...), cafeterias y bares en las chimeneas con sus terrazas llenas, tiendas de ropa de toda la vida, mercados centrales repletos de gente, puestos de castañas y palomitas, karaokes, bolera, circo y feria cerca de casa, todo lo que pudieras imaginar y más.


Personalmente percibía una sensación de bienestar cuando recorría la ciudad al verla con tanta actividad y con tantas posibilidades de ocio, que ahora ya no percibo.

¿Será el hecho de hacerme mayor? Lo dudo. Creo que premeditadamente hemos evolucionado hacia un estilo de vida descentralizado. Nos han vendido las bondades de los centros comerciales, con cines y tiendas de importantes multinacionales, hemos acostumbrado a comprarlo todo en hipermercados y grandes almacenes, haciendo a su vez que las ofertas del centro, por inviables, se han ido reduciendo hasta quedar en una triste sombra de lo que fueron. Las casas en las afueras, las discotecas en los polígonos, y de lo demás ya sabeis como hemos ido evolucionando hacia lo lejano e impersonal. Todo muy bonito todo muy moderno, pero como el romanticismo de pasear por las calles e ir a hacer las compras y pasar un rato ocio al lado de casa nada.

Por ello, cada vez que puedo, si tengo que comprar algo, hacer un regalo, o simplemente dar un paseo me voy al casco antiguo, que aunque no sea lo mismo que antes, me ofrece mucho más que meterme en una gran superficie.

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